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martes, 6 de mayo de 2014

la Cruz es la prueba de amor

Quisiera hablar de la Cruz: y quiero empezar diciendo que “solo se entiende la Cruz si se tiene a Cristo”, ya que una Cruz sin Cristo se vuelve pesada y casi imposible de llevar. La Cruz sin Cristo es un instrumento de muerte, de venganza, de odio, de martirio. Tampoco se puede entender “a Cristo sin Cruz”, no podemos pretender ser seguidores de Cristo de modo “ligth”. Hay muchos cristianos que dicen: “yo quiero seguir a Cristo”, pero cuando llega la primera dificultad se van, y dicen: yo ya no sigo a Cristo porque desde que dije que quería seguirlo empeoraron mis problemas. Queda en claro que estos cristianos han hecho una división entre Cristo y la Cruz, esto no es posible ya que Cristo mismo ha pasado por la Cruz para salvarnos y ha querido que nosotros compartiéramos con Èl la Cruz. Si no estamos dispuestos a cargar la Cruz con Cristo no estamos dispuestos a ser sus discípulos y por tanto, no estamos dispuestos a ser cristianos verdaderos. Jesús que yo acepte mi Cruz
Dice el papa Francisco que “no hay Cruz que Cristo no cargue con nosotros”, y creo que estas palabras nos deben de llenar de mucha esperanza, ya que en el camino del calvario no estamos solos. Recordamos aquí especialmente a nuestros hermanos que cargan la pesada Cruz de la Migración, las drogas, el homosexualismo, la prostitución, también recordamos a aquellos Cristos que cargan la Cruz d la pobreza extrema, a los niños explotados, a los Cristianos perseguidos. Recordamos también a todos aquellos cristianos que cargan la Cruz de haber perdido el sentido de su vida, de los que no encuentran a Dios. Estos son los Cristos actuales, y también nos incluimos todos nosotros que soportamos diversas cruces: la cruz de no poder perdonarnos, de vivir solos, la cruz de no sentirse amado, la Cruz de la enfermedad de la desesperación, y todas las demás cruces que podemos estar viviendo. Todas estas cruces que he mencionado solo encuentran su sentido en el Cristo, fuera de el son tormentosas, en Cristo y con Cristo es que podemos cargar nuestra Cruz no importando lo pesada que sea, ya que él nos ayuda y nos anima a seguir luchando con esa Cruz. No hay Cruz que Cristo no cargue con nosotros. Jesús que con mi cruz yo te encuentre.
Dice un dicho no tan famoso: “el amor no tiene forma de corazón, el amor tiene forma de Cruz”, y hoy queda perfecta esta frase para lo que voy hablar ahora. Es en la Cruz donde Cristo no solo nos amó, sino –más aun- nos amó hasta el extremo. Fue en la Cruz donde Cristo padeció por amor nuestro hasta derramar la última gota de su sangre. Fue en la Cruz donde el amor sediento de darlo todo de Jesús exclamó: “tengo Sed”, como señal de que si era necesario seguir padeciendo el estaba dispuesto a hacerlo por amor. Es en la Cruz que se nos ha manifestado y se nos ha dado el amor supremo, el amor que el mismo Jesús llama amor máximo: “el que da la vida por los amigos” . El amor humano también pasa por la Cruz, ya que el mismo sufrimiento es el que hace que este se profundice.  Muchas veces podemos encontrar este amor no correspondido en nuestras vidas, cuando nosotros luchamos por amar  las personas que nos rodean pero estas no nos corresponden y al contrario nos rechazan. El amor que Cristo manifiesta en la Cruz ha de ayudarnos para estar dispuesto a sufrir por amor a Él y por dar todo el corazón para amar bien al prójimo aunque esto implique mucho sacrificio aunque esto implique renunciar a sí mismo. El amor al prójimo también pasa por la Cruz, ya que la Cruz se ese elemento maravilloso que purifica y santifica todo, no por ella misma sino por lo que se ha manifestado en ella: el amor de Dios. Jesús que por mi Cruz yo te ame más.
Finalmente quisiera hablar de los Sacramentos, ya que es en la Cruz de Cristo donde se manifiesta la misericordia de Dios y de donde toman fuerza y eficacia los sacramentos, no se puede entender un sacramento fuera del amor de Cristo manifestado en la Cruz. Pero también es cierto que la manifestación más profunda del misterio de la Cruz, es la Eucaristía que actualiza los misterios santos de la cruz, . así pasa también con los otros sacramentos actúan en nosotros precisamente por la Cruz de Cristo, fuera de esa Cruz son signos vacíos de contenido. Cuando nos acercamos a los sacramentos, nos acercamos al misterio mismo de la muerte del Señor, para poder gustar de los frutos de su resurrección.
Fijémonos en la figura de María Santísima la Madre de Cristo que precisamente al pie de la Cruz es donde es constituida Madre de toda la humanidad, aprendamos de su ejemplo de perseverancia, de su seguimiento fiel a Cristo, que a pesar de todos los dolores que veía sufrir a su Hijo, estuvo con él hasta el último momento, no lo abandonó, no tuvo miedo, no renegó de la Cruz, sino al contrario aceptó con paciencia la Cruz que ella misma -aunque de forma espiritual- cargaba con su Hijo.  Que este tiempo de pascua sea para nosotros, no un día de derrota, sino de fiesta, ya que no celebramos la derrota de Cristo, sino la fiesta de la redención, ahora somos liberados del pecado de una vez para siempre hoy se nos abren la puertas del cielo.


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